domingo, 1 de noviembre de 2020

Santos, Difuntos y otras cosas del comer

Noviembre comienza con los días de todos los Santos y Difuntos, fiestas religiosas que nacen como ritos y costumbres paganas de cambio y muerte de cultura y naturaleza.


Los equinoccios de marzo y septiembre anuncian la llegada de la primavera y el otoño. Cuarenta días mágicos de cambio y paso de estrellas y planetas, entre el comienzo de la primavera y el campo florido repleto de romerías entre el 13 y 15 de mayo; cuarenta también entre el comienzo del otoño y los Santos y Difuntos del 1 y 2 de noviembre.

Con el día de Todos los Santos, la iglesia católica honra a los cristianos caídos en tiempos de persecución y campo de mártires y a todos los Santos olvidados. El de Difuntos es día de oración por las almas de los fallecidos que moran en el purgatorio y recuerdo de familiares. Pero antes que la iglesia marcara en su calendario como propios, culturas y religiones anteriores ya señalaron el 31 de octubre como principio y fin de año, con una noche mágica dedicada al sacrificio de dioses de la fertilidad, faunos, chamanes y brujas, en la que la barrera entre lo vivo y lo muerto se estrecha, y en la que las ánimas frías y blancas, anticipo del invierno, vuelven a la tierra.

Con noviembre acaba el otoño, es tiempo de migas, de envero de aceituna, de siembra de grano en la campiña, y de cosecha de membrillos y granás en la huerta. En el monte, es tiempo de bellotas y castañas, también de recogida y guarda del ganado.


En estos días de Santos y Difuntos, como los centros florales al campo santo, olvidado durante el resto del año, vuelven a muchos pueblos las gachas o poleás. Las cocinas se llenarán de peroles o sartenes hondas de cabo largo para llenar de aceite virgen, harina y coscorrones de pan. Aromas de matalahúva, canela y almendra despertarán los recuerdos de la infancia perdida.

Y es que las gachas, como otros dulces de otoño, buñuelos y huesos de santo, son plato típico de estos días en muchos pueblos de la provincia. Su origen está unido a la celebración y cosecha anual de los frutos de temporada, tributo de difuntos pero también de nuestros miedos a su regreso. Según la tradición, fueron las gachas el sello perfecto de harina y agua para tapar cerraduras de viejas puertas por las que las ánimas podían anunciar la muerte venidera.

Sea o no éste su origen, como las migas en tiempo de lluvia, las gachas reúnen a la familia en torno a una buena sartén de cuchara y paso atrás, un ejemplo más de una cultura alimentaria que hace del comer algo más que alimentarse, en este caso homenaje a los que se fueron, desde el cariño de los que hoy nos quedamos, confinados, llenos de zozobra, perdidos y atados sin poder partir al campo santo de nuestro pueblo.

sábado, 21 de marzo de 2020

Poesía y Gastronomía. Baltasar de Alcázar (2)


TRES COSAS – BALTASAR DE ALCÁZAR

Tres cosas me tienen preso
de amores el corazón,
la bella Inés, el jamón
y berenjenas con queso.


Esta Inés (amantes) es
quien tuvo en mí tal poder,
que me hizo aborrecer
todo lo que no era Inés.


Trájome un año sin seso,
hasta que en una ocasión
me dio a merendar jamón
y berenjenas con queso.


Fue de Inés la primer palma,
pero ya júzgase mal
entre todos ellos cuál
tiene más parte en mi alma.


En gusto, medida y peso
no le hallo distinción,
ya quiero Inés, ya jamón,
ya berenjenas con queso.


Alega Inés su beldad,
el jamón que es de Aracena,
el queso y berenjena
la española antigüedad.


Y está tan en fil el peso
que juzgado sin pasión
todo es uno, Inés, jamón,
y berenjenas con queso.


A lo menos este trato
de estos mis nuevos amores,
hará que Inés sus favores,
me los venda más barato.


Pues tendrá por contrapeso
si no hiciere razón,
una lonja de jamón
y berenjenas con queso.